"La destrucción de Guernica no sólo fue espectáculo horrible para los que la presenciaron: fue además el objeto de la más gigantesca y absurda mentira que jamás escucharon oídos cristianos», escribía el periodista inglés George L. Steer en su libro "El árbol de Guernica", publicado en Londres en 1938".
El infierno comenzó en la tarde del 26
de abril de 1937. De forma totalmente inesperada, a las 16:30 horas,
aparecieron en el cielo de la pequeña ciudad vasca de Guernica los primeros
bombarderos alemanes para ejecutar una orden brutal: reducir a escombros esta
localidad del norte de España y causar la mayor cantidad de muertos posible,
incluyendo a mujeres y niños.
El bombardeo nazi en medio de la Guerra
Civil Española convirtió a Guernica hace 75 años en un símbolo mundial del
horror militar, del sufrimiento indecible de la población civil en tiempos de
guerra.
Pablo Picasso inmortalizó el espanto en
su monumental cuadro antibélico "Guernica", aunque algunos expertos
sostienen que el genial pintor español ya había iniciado esta obra, destinada a
la Exposición Internacional de París de 1937, antes del bombardeo inspirándose
en la película "Adios a las armas", basada en una novela del escritor
estadounidense Ernest Hemingway.
Durante tres horas y media, los aviones
de la Legión Condor, bajo el mando del teniente coronel Wolfram von Richthofen,
bombardearon Guernica de forma sistemática. Más del 70 por ciento de los edificios
quedó destruido, principalmente por el fuego causado por la gran cantidad de
bombas incendiarias arrojadas sobre la localidad.
Hasta el día de hoy no se sabe a ciencia
cierta cuántas víctimas dejó la masacre de Guernica, que contaba en ese momento
con poco más de 6.000 habitantes, además de numerosos refugiados de la Guerra
Civil. Las estimaciones de los historiadores oscilan enormemente, desde 120
hasta más 2.000 muertos, aunque los cálculos más recientes ubican el número
real más cerca de la primera cifra.
El número relativamente bajo de víctimas
se explica, según los historiadores, por el sistema de refugios para la
población civil que se había construido en la localidad vasca tras el bombardeo
de la cercana población de Ochandiano, el 22 de julio de 1936, el primero de la
Guerra Civil, lanzado cuatro días después de su estallido.
Tampoco existe certeza total sobre el
objetivo del bombardeo. Guernica, situada a unos 30 kilómetros al este de
Bilbao, carecía de importancia estratégica militar en la guerra entre
nacionales y republicanos. Al principio se especuló con que la operación aérea
iba dirigida a destruir una fábrica de armas y un puente, pero ninguno de ellos
resultó alcanzado por las bombas que llovieron sobre la población.
Otra teoría parte del supuesto de que
las fuerzas nacionales comandadas por el general Francisco Franco querían
romper la resistencia vasca destruyendo su lugar más "sagrado", la
capital cultural e histórica del País Vasco, donde el centenario Árbol de
Guernica simboliza la tradición nacionalista y democrática vasca. Sin embargo,
el monumental roble salió indemne del bombardeo.
Un fuerte indicio de lo que fue el
motivo real de la destrucción de Guernica lo dio en 1946 el mariscal Hermann
Göring cuando explicó durante los juicios de Núremberg que con la intervención
de bombarderos alemanes en la Guerra Civil Española en apoyo a los nacionales
de Franco pretendía poner a prueba su joven fuerza aérea y dar a sus hombres la
oportunidad de adquirir experiencia.
La explicación de Göring parece
confirmar la interpretación británica de que Hitler quería aprovechar el
escenario bélico español para preparar a la fuerza aérea alemana para su propia
guerra a escala mundial. Y la destrucción de Guernica debería servir de mensaje
de advertencia para Londres sobre lo que podrían esperar las ciudades
británicas en caso de guerra.
Durante mucho tiempo, el régimen
franquista responsabilizó del bombardeo a Guernica a los "rojos". Sin
embargo, reporteros de guerra británicos que se trasladaron a Guernica para
informar de lo ocurrido encontraron pruebas de la autoría alemana del
bombardeo.
Alemania tardó más de medio siglo en
presentar sus disculpas por el ataque. En 1997, el entonces presidente alemán,
Roman Herzog, dirigió una carta a los supervivientes con motivo del 60
aniversario del bombardeo pidiendo públicamente perdón por este crimen de
guerra.
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