jueves, 24 de mayo de 2012

EL AYUNTAMIENTO DE HORNACHOS (Badajoz), POR FIN RETIRA HONORES A LOS SUBLEVADOS




El AYUNTAMIENTO DE HORNACHOS (BADAJOZ);  ha acordado en el pleno del pasado día 10 de mayo, la retirada de la mención honorifica, que actualmente ostentaban, como “Hijos adoptivos de la villa”, los militares sublevados que en 1936 tomaron violenta y militarmente la localidad.

Como ya fue publicado en esta misma web y varios medios de comunicación regionales y nacionales, la ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE EXTREMADURA (ARMHEX), el pasado día 15 de abril de 2012, instó al equipo de gobierno del Ayuntamiento de Hornachos (Badajoz), para que en aplicación del art. 15.1º de la Ley 52/2007, se acordara por el Pleno de dicha Corporación, la revocación y retirada de la mención honorifica, que actualmente ostentaban, como “Hijos adoptivos de la villa”, a los militares sublevados en 1936, en concreto al que fue oficial Sr. Julio Coloma Gallegos (que ocupó importantes cargos en el régimen franquista) y al oficial, Sr. Manuel Luengo Muñoz; los cuales, eran igualmente desde 1963, poseedores de la Medalla de la villa de Hornachos concedida e impuesta por ese Ayuntamiento, “en agradecimiento y admiración a las actuaciones que estos dos insignes soldados tuvieron en la liberación de Hornachos del dominio rojo en agosto de 1.936”. Dichas menciones les fueron concedidas por dicha Corporación municipal, en agosto de 1.963, en un solemne acto público en la propia Plaza de España de la localidad, presidido por el entonces Gobernador civil, el Alcalde y los dos homenajeados.

Desde la ARMHEX, nos congratulamos que el Ayuntamiento citado, por UNANIMIDAD, haya revocado esa distinción en el Pleno del pasado día 10 de Mayo de 2012,  por fin, y suponemos aunque no se especifica en el certificado, que tal retirada es extensible a la medalla,  que evidentemente han sido revocados tanto por cuestiones de legalidad (Ley 52/2007), como por respeto a todos los ciudadanos demócratas de Hornachos.

Era más que evidente, que no podían ser hijos adoptivos de Hornachos, por más tiempo, aquellos que con sus acciones participaron en un golpe militar, sumieron a la localidad en el terror, tras la toma de la misma, e instigaron el asesinato sumario de muchos vecinos defensores de la legalidad vigente. No se podía honrar a quienes conculcaron los más elementales Derechos Humanos de muchos vecinos de Hornachos, amparándose para ello en la fuerza de un golpe militar contra la legalidad constitucional republicana entonces vigente. No se podía perpetuar ni un día más, el honor de considerar Hijos Adoptivos, a aquellos que tanto dolor propiciaron, a muchos conciudadanos y familias de la localidad.

Por ello, la Armhex, se congratula que se haya atendido la petición al fin, por respeto, por dignidad, y por reparación a las víctimas inocentes del franquismo y a sus familiares.

Por último, la Armhex, recuerda y anima igualmente, tal y como muchos venimos solicitando, a dicha Corporación para que elimine el último vestigio simbólico del franquismo que existe en la localidad, la Placa Cruz franquista con la leyenda “CAIDOS POR DIOS Y POR LA PATRIA, ¡PRESENTES!”, sita en la Plaza de la ermita de la Virgen de los Remedios, de dicha localidad, con emblema de la falange, y con el encabezamiento de Jose Antonio Primo de Rivera. Todo ello, bajo el principio legal de evitar toda exaltación de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión franquista de la Dictadura, en el convencimiento de que los ciudadanos tienen derecho a que así sea, y a que los símbolos públicos sean ocasión de encuentro y no de enfrentamiento, ofensa o agravio, como el caso de Hornachos, la pervivencia del citado monumento en la Plaza Virgen de los Remedios de dicha localidad, suponen  de una clara ofensa para la memoria de las víctimas del franquismo y sus familiares.


Más información:


miércoles, 23 de mayo de 2012

FLORENCIO VILLA LANDA (1912-1992)



Florencio Villa, uno de los nuestros

            Estimados paisanos: Como es natural vosotros no me conocéis, ya que soy uno de tantos que nunca ha hecho nada extraordinario”. Con estas palabras comenzaba su Carta de Alonso Quijano quien el pasado martes, 22 de mayo, hubiera cumplido cien años. Su autor, Florencio Villa, quizá no hiciera en vida nada fuera de lo común, pero sí vivió algunos de los hitos históricos más decisivos del siglo XX.
            Nacido en Badajoz en el seno de una familia librepensadora, republicana y laica –el “clan Landa, como él lo llamaba-, tras sus estudios de bachillerato marcha a Madrid para estudiar Medicina. Miembro de la Federación Universitaria Escolar (FUE)  y huésped por un tiempo de la Residencia de Estudiantes, allí se licenciará en vísperas de la guerra civil española. Una guerra cuyos primeros coletazos en su ciudad natal se llevó por delante a su padre, médico militar retirado.
            En esas mismas fechas Florencio Villa ingresa en el Partido Comunista de España y comienza a trabajar en los servicios médicos del V Regimiento. Durante el conflicto será mayor médico provisional en el Cuerpo de Ejército que mandaba el general Enrique Líster y jefe de Sanidad del V Cuerpo de Ejército.
            El final del conflicto lo llevarán a los campos de concentración franceses de Argèles y Saint Cyprien. Sin embargo, muy poco después e invitado por el Socorro Rojo Internacional se exilia en la URSS con el deseo de conocer directamente la realidad de la revolución socialista” y de continuar su especialización profesional. Enviado al Hospital Psiquiátrico de Riazán, durante sus casi veinte años de estancia en esta localidad soviética conocerá la evacuación a la que serían obligados muchos rusos debido al avance nazi y el estado estalinista, del que renegará una vez leído el informe de Jruschov en el XX Congreso del PCUS.   
            Tras tres años de precariedad económica y laboral en México, donde vivían algunos familiares y amigos, se traslada a Cuba invitado como profesor de Psiquiatría en la Universidad de La Habana. También traduce varias obras de literatura médica del ruso al español. Su residencia en la isla caribeña se prolongará desde 1961 hasta 1973, un tiempo que será suficiente para que conozca y elogie la organización de la Sanidad Pública propuesta por la revolución cubana, “con la integración organizativa de la prevención (la Sanidad) y la asistencia médica y la unificación funcional de los hospitales y policlínicos, lo que permite que el paciente sea atendido por el mismo equipo médico en el curso de todas sus enfermedades”.
            De vuelta a Riazán, a la patria del socialismo real, el médico pacense iba a sufrir una auténtica desilusión. En poco más de quince años de ausencia, la sociedad de la que había sido parte a principios de su exilio había cambiado profundamente. Muchos de sus amigos de antaño ya no vivían y la tradicional laboriosidad del pueblo ruso había desaparecido incluso en una disciplina como la médica, dependiente de una formación y vocación continuas.
            Por ello, quizá, su regreso a casa tras la muerte de Franco tardó poco en materializarse. En 1978, después de firmar su inédita Carta de Alonso Quijano, una suerte de teoría económico-social de cómo debía organizarse España en ese todavía futuro incierto de principios de la transición, volvía a la capital de España quien nunca hizo nada extraordinario. Otro hijo de esta tierra olvidado por la barbarie y sinrazón de la dictadura. Murió en 1992.

Autor de la reseña: Felipe Cabezas Granado. 

miércoles, 16 de mayo de 2012

Macrino Suárez Menéndez, IN MEMORIAM



Macrino Suárez Menéndez, de 76 años, era el último miembro vivo del Gobierno de la Segunda República en el exilio, presidido por José Maldonado. El histórico político murió a causa de un infarto mientras dormía en su casa. El de Los Arenales, en Oviedo, acogerá un acto de despedida a las seis de la tarde. El viernes será incinerado y sus cenizas serán llevadas al panteón familiar en su ciudad natal, Luarca.

«Nunca quiso figurar, era una persona muy humilde», destacó Raquel Madroñero, su esposa. La noticia también golpeó a su hijo, que vive en París, donde Macrino vivió exiliado, y donde aún tenía a parte de su familia.

Macrino Suárez Menéndez estudió Económicas en Madrid y posteriormente se doctoró en la Universidad de París, trabajó en Francia como investigador del Centro Nacional de Investigaciones Científicas. En su parte política, Macrino Suárez fue ministro de Hacienda en el Gobierno en el exilio de la Segunda República, entre 1971 y 1977, cuando el también asturiano José Maldonado González era el presidente de la II República y el extremeño Fernando Valera Aparicio estaba al frente del Consejo de Ministros.

Suárez, que presidía la Asociación José Maldonado, fue secretario general del partido Acción Democrática Española. También ocupó la secretaría general del Consejo Federal Español, constituido en febrero de 1949 en París, y del Movimiento Europeo, organización internacional que se distingue por su defensa de los valores del europeísmo y de la construcción europea. Una vez jubilado, en el año 2005, se afincó en su Asturias natal, desplegando una gran actividad intelectual. Presidió el Ateneo Republicano de Asturias.

jueves, 10 de mayo de 2012

Engracia Vera Alejo, IN MEMORIAM




Engracia Vera Alejo: Hija del capitán del Ejército de la República, José Vera Murillo. Falleció en la noche del lunes al martes, pasado.
En la vida de Engracia, se ejemplifica bien el papel de aquellas mujeres, como su madre, que además de ver arrebatado de su lado a su compañero o padre, sufrieron los avatares de aquellos días de plomo y venganza después de la guerra y durante la dictadura. Las cartas de su padre y un pequeño diario escritos, desde la prisión antes de ser fusilado, la acompañaban siempre.

Perteneció a ese tipo de mujeres, que han conservado y transmitido durante años la memoria de los vencidos.

Su historia viva y testimonio, forma ya parte de la intrahistoria de la represión de nuestro pueblo, y está incorporada a algunas investigaciones y documentales. Colaboradora de la Armhex, desde casi sus inicios, e infatigable luchadora por la memoria de los vencidos, siempre estuvo dispuesta a dar su testimonio en cuanto actos, jornadas y congresos se han organizado en nuestra región en los últimos años. Lucho por dignificar la memoria de su padre y la de sus compañeros, hasta la extenuación e igualmente encaró sus últimos momentos entre nosotros contra la enfermedad, con la misma fuerza y empeño..

Ella misma nos dijo en vida que su más íntimo y último deseo, era descansar en la fosa común del cementero viejo de Badajoz, junto a los centenares de desparecidos anónimos, que como su padre, fueron asesinados por soñar una sociedad más justa y libre. El ayuntamiento, al final, no dio el permiso para que su urna reposara dentro de la fosa común junto al memorial existente y a los restos de su padre. Por eso, ayer en un acto sencillo pero emotivo acto, esparcimos sus cenizas en el rio Guadiana, a su paso por Badajoz, en compañía de sus sobrinas y sobrinos. En su último viaje fue igualmente despedida en la orilla del rio, por la bandera republicana.

Engracia, merece pues este último gesto hacia su memoria y la de otros centenares, miles, de personas que junto a su padre, José Vera Murillo, pagaron con sus vidas su lealtad al régimen legítimo republicano y su defensa de ideales de igualdad y libertad.

Descanse en paz. Nosotros seguiremos en el empeño de que, como ella, puedan descansar otras miles de víctimas y familiares que aún hoy, no tienen sitio donde honrar la memoria de sus difuntos desaparecidos.
Es preciso, porque aún no conocemos toda esta historia silenciada, la historia de los que perdieron la voz, después de perder la guerra, la historia de los protagonistas de la Historia. Aún no.

La ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE EXTREMADURA. (ARMHEX), lamenta profundamente el fallecimiento de esta gran luchadora, sobre todo porque poco a poco por cuestiones biológicas, van desapareciendo estas y estos protagonistas de nuestra historia silenciada durante tanto tiempo, sin un más completo homenaje, de toda la sociedad española.

Hasta siempre, Engracia.




En este fragmento del Documental "Extremadura amarga", puede verse y escucharse a Engracia, dar su testimonio:







martes, 8 de mayo de 2012

En el combate por la Historia




Llega a las librerías “En el combate por la historia. La República, la guerra civil y el franquismo” (Editorial Pasado & Presente) elaborado por 34 historiadores bajo la dirección de Ángel Viñas, en su mayoría catedráticos y profesores de universidad, todos acreditados por una destacada investigación y por la publicación de meritorios trabajos de historia contemporánea de España. Casi mil páginas que concentran los avances históricos de última hora en una materia, el periodo de los años treinta a la muerte de Franco, que sigue despertando interés y pasión.
El título de la obra la define como un combate por la historia. Y es de eso, precisamente, de lo que se trata. Desde la llegada de la democracia a España y, sobre todo, desde que se abrieron a los historiadores los archivos municipales, provinciales y estatales, la República, la Guerra Civil y la etapa de la dictadura de Franco han pasado de ser una historia escrita por los ganadores a una realizada por los investigadores. En ese proceso, ha quedado claro que ni la República fue un caos, ni la Guerra Civil fue una acción para salvar a España de las fauces soviéticas, judías, masónicas y separatistas, ni la dictadura fue una etapa en la que la paz, el progreso y el orden fueron restablecidos por una augusta figura, la de Franco, caudillo de España por la gracia de Dios. Todo lo contrario, los investigadores han profundizado en aquellas etapas para concluir que el dictador frenó la evolución lógica del desarrollo integral del país, los estudios sobre el general Franco han ido empequeñeciendo su figura hasta bordear el ridículo, la guerra fue una contrarrevolución dirigida a restablecer el poder de los ultramontanos del XIX y la República, con sus luces y sus sombras, pretendió, aunque fracasó, situar a España a la altura de sus vecinos europeos.
Frente a estos avances históricos, un grupo de periodistas, publicistas e ideólogos de la España imperial, autodeclarándose revisionistas y bajo una supuesta equidistancia, declaran la República en responsable única de la Guerra Civil, o equiparan falsamente las cifras de víctimas de uno y otro bando, o convierten la dictadura en una etapa de “extraordinaria placidez”, en palabras del ex ministro Mayor Oreja cuando se opuso a una resolución de condena del régimen franquista por el Parlamento Europeo. Se trata, en definitiva, de abrir una batalla guerracivilista mediática –con el concurso de algunos diarios y emisoras– para volver a convertir la historia reciente de España en un arma de intoxicación masiva a base de manipular y tergiversar lo que los historiadores, con trabajo y dedicación, han hecho aflorar sobre ese acontecer en los últimos decenios. En definitiva, intentan recuperar los mitos cimentados durante la dictadura para compensar el alud de investigaciones históricas que han puesto al régimen franquista en el lugar que le corresponde.
Aunque las ventas de estos productos –historietografías las califican– han obtenido cifras notables en el mercado, los historiadores han rechazado entrar en el trapo para desautorizarlas. Sin embargo, la publicación por la Real Academia de la Historia de un Diccionario Biográfico Español, especialmente en el tomo en el que aparece la voz Franco ha movido a un grupo de historiadores, bajo la dirección del editor Gonzalo Pontón y del historiador Ángel Viñas, a elaborar un contradiccionario que compara aquella literatura con la historia elaborada a partir de la documentación y de la crítica consecuente. Se trata, en definitiva, de denunciar la tergiversación que pretende la perviviencia de los mitos sobre la cruzada de la liberación, la ilegitimidad de la Segunda República y del gobierno del Frente Popular, la conspiración comunista, la espontánea rebelión del pueblo español el 18 de julio, como la de 1808 contra el invasor francés, la bendición de un caudillo providencial por la gracia de Dios, o la falsedad del bombardeo de Gernika, entre otros.
Los autores son Julio Aróstegui, Carlos Barciela, Julián Casanova, Carlos Collado Seidel, Matilde Eiroa, Antonio Elorza, Francisco Espinosa, Josep Fontana, Ferran Gallego, Gutmaro Gómez Bravo, Eduardo González Calleja, Fernando Hernández Sánchez, José Luis Ledesma, Juan Carlos Losada, José-Carlos Mainer, Jorge Marco, José Luis Martín, Ludger Mees, Ricardo Miralles, Enrique Moradiellos, Xavier Moreno Julià, Juan Carlos Pereira, Paul Preston, Fernando Puell, Josep Puigsech, Hilari Raguer, Alberto Reig, Ricardo Robledo, José Andrés Rojo, Josep Sánchez Cervelló, Glicerio Sánchez Recio, Joan Maria Thomàs, Ángel Viñas y Pere Ysàs.

Este libro, por lo tanto, es más que un simple libro de historia. Es también un libro que demuestra el compromiso político y social de la comunidad de historiadores españoles, con sus más reputados miembros a la cabeza, respecto a la verdad y el conocimiento de la historia propia que debe imperar en toda democracia que se precie. Recomendamos su lectura.