Hoy es 17 de julio, hace 76 años
que tal día como hoy, comenzó en Melilla, la cruenta sublevación militar
franquista contra el gobierno legítimo de la II República. La hija de Virgilio
Leret publica a media página esta esquela en el diario EL PAÍS, en memoria de
su padre y de todas las víctimas del franquismo. Sin memoria, no puede haber
justicia.
España comenzó los años treinta
con una República, con una esperanza y acabó en 1939, sumida en una dictadura
de corte totalitaria y fascista. Luego,
la larga dictadura de Franco, que mató, encarceló, torturó y humilló hasta el
final, durante cuatro décadas, a los vencidos, resistentes y disidentes, culpó
siempre a la República y a sus principales protagonistas de haber causado la
guerra, manchó su memoria y con ese recuerdo negativo crecieron millones de
españoles en los centros de enseñanza. Nada hizo la transición a la democracia
por recuperar el lado más positivo del II República, el de sus leyes, sus
reformas, sus sueños y esperanzas, metiendo en un mismo saco a la República, la
guerra y la dictadura, como un pasado trágico que convenía olvidar.
En los últimos años ha salido a
la luz la memoria de los vencidos, de las víctimas del franquismo, gracias en
gran parte a la sociedad civil, al movimiento memorialista que a fuerza de
constancia, hemos logrado poner en la agenda política, el problema del olvido y
de la memoria. Pero, aún hoy, casi nadie desde los poderes de la democracia
actual, se atreve a defender claramente a la II República. Casi nadie recuerda
a sus dirigentes: alcaldes, concejales, ministros, a quienes presidieron sus instituciones,
hicieron sus leyes, etc…, muertos la mayoría de ellos por la brutal represión
y otros muchos olvidados también en el exilio. Y sin embargo, todavía desgraciadamente,
están con nosotros algunos de los
nombres de las calles, monumentos, símbolos y ritos del franquismo. Es
el momento de cambiar eso, de devolver la dignidad a quienes defendieron la
democracia y la libertad con la palabra y la ley. Hasta que un golpe de Estado
les obligó a hacerlo por las armas.
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