Domingo Robles Maqueda, cuando era niño, dormía junto a su padre cuando éste fue sacado de la cama por una pareja de guardias civiles que, junto a otros compañeros de Aceuchal y de pueblos limítrofes con la Sierra de Monsalud, fueron la "cuota de sangre" que pagaron la muerte del teniente de la guardia civil de Almendral, Manuel López Verdasco y varios falangistas, guardias civiles y de asalto que murieron cuando intentaban desalojar de dicha sierra a una partida de guerrilleros que se habían infiltrado en ella en Julio de 1938.
Su padre, Vicente Robles Nacarino fue fusilado, mejor dicho asesinado, el 16 de julio de 1938 en la finca "Contadero" del término de Nogales y allí mismo, en una fosa común, fue enterrado junto a muchos hombres de los pueblos de alrededor.
Esta fosa fue exhumada en los primeros años de la democracia y sus restos reposan en un monumento que existe en el cementerio de Nogales (Badajoz).
Nos contó que él vio como un tío suyo era apresado y conducido en un camión al paredón, por haber indicado a estos guerrilleros el camino más directo a la Sierra Monsalud.
Domingo fue militante del PCE y que desarrolló muchas actividades de agitación y propaganda en años de clandestinidad.
Se movía por la zona de Don Benito-Villanueva en donde repartía el "Mundo Obrero" y cubría paredes con pintadas reivindicativas.
En cierta ocasión, contaba él, que en Puebla de Alcocer, quitaron una placa con el yugo y las flechas que había en la fachada del Ayuntamiento. Fue visto por algún vecino y le creó graves problemas con la guardia civil de ese pueblo. Él vendía televisores y motos por esa zona de la provincia.
Peluquero de profesión, acudía cada año a los actos que en recuerdo de los fusilados en la guerra civil se hacían y a cuantas presentaciones de libros de ese tema se celebraban, así como a los actos convocados por la Armhex, de la que era miembro desde sus inicios.
Pasó luego a militar, finales de 1982, en el PSOE siendo un veterano militante, siempre crítico con cualquier ejecutiva y siempre reivindicando la memoria de los fusilados por sus ideales. Agnóstico activo, rebelde con causa y dicharachero hasta la extenuación.
Aficionado al arte de Cuchares, seguidor acérrimo de Curro Romero y Morante de la Puebla, y un fiel aficionado del Barça y del Extremadura de Almendralejo, del que fue miembro de una de sus Juntas Directivas.
A sus ochenta y cuatro años dejó de respirar anoche. Falleció ayer a las 20,20 horas en la habitación 823 del Hospital Infanta Cristina de Badajoz.
Sus restos serán trasladados a su Aceuchal natal, en cuyo cementerio será inhumado.
Hasta siempre, buen y veterano amigo. Una página del libro de la historia que ayer se cerró definitivamente.
Francisco Cebrián. Investigador, miembro de la ARMHEX y amigo personal de Domingo Robles.
La ARMHEX, lamenta profundamente la desaparición de Domingo Robles Maqueda, infatigable luchador por la dignificación de las victimas del franquismo, trasladando a todos sus familiares y amigos, las más sentidas condolencias por tan irreparable pérdida.
Me ha sorprendido de sobremanera la muerte de Domingo, aunque de todos es conocido su delicado estado de salud, especialmente en este último año. Persona dicharachera, afable, tenaz y consucuente con sus ideas.
ResponderEliminarComo bien dice Francisco Cebrián el padre de Domingo, Don Vicente Robles Nacarino, fue asesinado en la finca "Contadero". A ello habría que añadir el asesinato de su abuelo, Don Saturnino Robles Barrera, en las tapias del cementerio de Aceuchal justo hace hoy, 12 de octubre, 75 años. Don Saturnino fue, durante un tiempo, alcalde republicano de los piporros.
Buscando en mi memoria recuerdo que tenía amistad con los hijos de Domingo, especialmente con Domingo Vicente, puesto que jugaba al fútbol con ellos en "El Prao" situado enfrente de "La Molineta". Mas tarde llegué a entrablar amistad con "El barberino", como se le conocía en su pueblo.
Admiraba su excepcional memoria infantil y su fácil expresión oral.
Un piporro más que muere sin llegar a conocer la celebración de un homenaje a esas personas injustamente asesinadas y que, ojalá, algún día llegue a consumarse.
Descanse en paz.
Manuel Carretero