miércoles, 4 de mayo de 2016

LA COMISIÓN. por Francisco Espinosa Maestre, Histoiador




Nuestro querido amigo, el historiador Francisco Espinosa, publica ese clarificador artículo, a propósito de la reciente designación de Andrés Trapiello como miembro de la comisión de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid.


LA COMISIÓN.
Francisco Espinosa Maestre
Historiador



Sin duda, debe ser por el desprecio que siente y por la forma en que ha maltratado en sus escritos al movimiento en pro de la memoria por lo que Trapiello ha sido elegido como uno de los vocales de la comisión que encabeza Francisca Sauquillo, designada a su vez por Manuela Carmena. Nos enteramos el pasado día 29 por El Español. Hay que felicitar a la derecha, ya que una vez más ha conseguido su propósito, en este caso controlar el asunto del callejero y los vestigios franquistas. Asombrados asistimos a la repugnante campaña montada por los medios de derecha y extremaderecha, con El País en cabeza, contra la posibilidad de que la Cátedra de la Memoria Histórica tuviese algo que ver en todo esto. Se mintió, se manipuló y se intoxicó de una manera que recordaba a otras épocas no muy lejanas de este país. Y el colmo fue comprobar cómo la campaña surtía efecto y Carmena y su equipo cedían y se amoldaban a los deseos de los intoxicadores. Estos medios se guían siguiendo la máxima de que el fin justifica los medios. Daba asco observar cómo unos y otros, Trapiello inclusive, se agarraban a las mentiras sembradas mostrándose como los paladines de la ecuanimidad.

La noticia de prensa nos informa de que Trapiello formará parte de la comisión por iniciativa de Ciudadanos, propuesta aceptada por Sauquillo. Como serán cinco vocales falta por saber a quiénes propondrán los restantes partidos. En cualquier caso, la elección de un individuo como Trapiello marca ya el tono del proyecto. Sería como si, tras decidir constituir una Comisión de Verdad sobre la dictadura franquista, nos enterásemos que el primer vocal elegido es Moa. Como en el caso del otro se justificaría en lo mucho que ha escrito sobre esa etapa histórica. ¡Cómo disfruta la derecha viendo de rodillas ante sus pies a antiguos “izquierdistas” situados entonces en el extremo de la izquierda! ¡Qué rojos eran y… cómo han cambiado!

Dice Trapiello que intentará “aportar cordura”, ya que esta comisión “no está para ganar o perder la guerra”. Me temo que esa cordura se refiere a que lo que va a aportar son los tópicos manidos, rancios y derechones de los que llenó ese panfleto seudoliterario titulado Ayer no mas. Y añade: “Creo que todos estamos dispuestos a forjar el relato común que tanta falta nos hace”. ¿No será acaso, una vez más, el de la “tercera España”? Parece que por ahí irá la cosa, ya que lo primero que se le ocurre es poner una calle a Clara Campoamor y otra a Manuel Chaves Nogales. Ya sabemos que Trapiello cree más en la literatura que en la historia. Probablemente porque la segunda, salvo en círculos cercanos al PP y la FAES, no le permitiría mantener sus ocurrencias. La contradicción de éste y otros similares, buena parte de ellos del entorno del grupo PRISA, es creer que la literatura puede suplir a la historia.

Da miedo lo del “relato común” que anuncia Trapiello. El pasado es un campo de batalla. Aquí, ha estado siempre en poder de la derecha y ha bastado con que ciertos sectores sociales hayan reclamado su lugar en ese pasado para que se les viniera encima el odio eterno de una derecha que no está dispuesta a ceder ni un milímetro. España sigue siendo suya. Para eso ganaron la guerra. Ahora bien, el pasado no es de quienes ganan las guerras. No vaya a creer Trapiello que los ganadores dejaron de ser fascistas por el hecho de haberla ganado. Ni tampoco que los perdedores, por el hecho de haber sido derrotados, dejaron de representar una mejor causa. Hay quienes como él prefieren hablar de “los dos bandos”. ¿Hasta cuándo va a durar esto? ¿No se dan cuenta de que las palabras tienen dueño y que el invento de “los dos bandos” favorece a los golpistas? ¿La República era un bando? ¿Usaremos la misma palabra para los agresores y las víctimas? Simplemente, la República era el sistema democrático legalmente constituido en España, refrendado en las elecciones de febrero de 1936. Los que dieron el golpe militar eran sectores al margen de la ley que contaban, aparte de mucho dinero, con poderosos medios de agresión y que llevaban intentando poner fin a la experiencia republicana desde su proclamación. Llamemos a las cosas por su nombre.

Según Trapiello no cabe equiparar a Clara Campoamor con Margarita Nelken, ya que ésta “no es demócrata. No nos confundamos. Informémonos antes de hablar”. Trapiello, el informado, dando carnets de demócrata. Ya sabemos lo que piensa él y otros como él en el sentido de que los únicos que mantuvieron una postura digna fueron los que huyeron. Están cegados para comprender la grandeza de los que se quedaron. Se entiende que Margarita Nelken no sea de su agrado. Tampoco lo es del PP del ayuntamiento de Badajoz, que hace unos años eliminó su nombre de una calle mientras mostraba, como si fuera ella, la conocida foto de la dirigente del POUM Mika Etchévère con un pistolón en la cintura. Pobre Margarita Nelken, que tanto odio despertaba y despierta aún. Trapiello necesita creer en todas las patrañas que se escribieron sobre ella. ¿Qué pinta en una comisión de ese tipo un individuo que mantiene que, de haber podido, Margarita Nelken hubiera asesinado personalmente a Clara Campoamor? Y esto lo dice el que va a “aportar cordura”…



Claro que esta mujer, al contrario que los favoritos de Trapiello, no sólo no huyó de España sino que permaneció en Madrid mientras las columnas fascistas iniciaban el terrible asalto de los primeros días de noviembre de 1936. Para Trapiello y sus amigos el mero hecho de quedarse en Madrid en aquel momento ya supone sospecha. El español ideal para ellos es el que huyó de España, el que se encontraba en el virtuoso término que separaba rojos de azules. Los que defendieron la República hasta perder la vida o soportar la condición de vencidos para siempre no merecen la pena. Sólo vale la “tercera España”, la que abandonó a su suerte a los defensores de la República. Ese español ideal tendría otra característica: a Trapiello y compañía tampoco le sirven los que, partiendo para el exilio, siguieron siendo defensores de la República y enemigos del fascismo. Lo que él necesita son exiliados antirrepublicanos. Los otros no le sirven para su “relato”. Le encantaría adueñarse de Antonio Machado, Juan Ramón o Cernuda, pero no puede.



Hay que decir finalmente que si Trapiello va a ser duro con las calles ocupadas por gente no demócrata tiene tarea por delante. Lo primero que debe hacer es crear un listado de todos los fascistas que dan nombre a las calles de Madrid. Dará pena verle solicitar, compungido, que le quiten la calle, entre otros muchos, a su admirado Foxá. Además tiene el futuro asegurado, ya que de no haber entrado ahora en la comisión puede esperar a que vuelva a la alcaldía Esperanza Aguirre, que seguro que lo considera “uno de los nuestros”.


Publicado en Público es

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