El
“Caso Gerardo Rivas” o la sombra del franquismo
Fue
en un artículo publicado el año pasado en www.elplural.com
cuando Gerardo Rivas, periodista y economista, recordando el juicio
contra el juez Garzón, se refirió de pasada a Falange como una
organización “con un
amplio historial de crímenes contra la humanidad”.
La reacción de Falange Española de las JONS no tardó en llegar, de
modo que, tras un fallido acto de conciliación, FE-JONS presentó
una querella en enero de 2013. Contra toda previsión esta fue
aceptada a trámite por la magistrada-juez del Jugado nº 37 de
Madrid, Purificación Elisa Romero Paredes. Los procuradores que
representan a la organización falangista son Pablo Domínguez
Maestro y Jorge Garrido San Román.
Google
nos permite saber que la juez Romero Paredes fue la que en abril de
1997 desestimó la querella de SOS Racismo –antes lo habían
denunciado sus propios alumnos– y justificó las palabras del
profesor de Psicología de la Universidad Complutense Guillermo
Quintana, quien había llegado a escribir en la obra que se utilizaba
como libro de texto que los negros, los orientales y las mujeres son
seres inferiores (Paz Álvarez, El
País, 08/06/1997).
En
cuanto a los procuradores, de Pablo Domínguez Maestro sabemos que
representó a FE-JONS en la querella por prevaricación que esta
presentó contra el juez Garzón en 2009, y de Jorge Garrido San
Román es la propia Wikipedia la que nos informa de que, además de
ser militar en excedencia y abogado, preside desde 2008 el sindicato
nacionalsindicalista Unión Nacional de Trabajadores y es
vicesecretario general de FE-JONS.
Los
querellantes solicitan el pago de 15.000 euros, la divulgación de la
sentencia y que Rivas cargue con las costas. En la querella se lee
que este publicó la frase antes aludida “con
temerario desprecio hacia la verdad”
y “con la intención
de menospreciar y menoscabar públicamente la fama y el honor de
dicha organización política, ya que el autor no aporta ni hace
referencia a ningún hecho concreto ni a ninguna sentencia judicial
condenatoria de FE-JONS por ninguno de los hechos criminales aludidos
que pudieran avalar sus temerarias y graves afirmaciones gratuitas”.
Y
sigue: “… imputar a
FE-JONS un amplio historial de crímenes contra la humanidad
constituye una afirmación indudablemente injuriosa como mínimo,
pues hace desmerecer a su destinatario de la consideración ajena al
hacerlo pasar directamente (ella misma pues y no alguno de sus
miembros –aunque aunque tampoco haya sido condenado jamás por
ninguno de esos presuntos crímenes), por una organización criminal
que ha causado directamente crímenes contra la humanidad”.
Por
lo demás, los querellantes afirman que la libertad de expresión “no
puede acoger ningún motivo o excusa que justificara el escarnio, la
humillación y la denigración de FE-JONS que hizo el querellado”.
Resulta
sorprendente leer a estas alturas afirmaciones como estas y carece de
sentido alguno que la juez haya aceptado a trámite una querella
semejante. Me explico. Hace ya varias décadas que la investigación
histórica ha expuesto rigurosamente el papel jugado por Falange en
el golpe militar de julio de 1936. Hay decenas de libros que lo
explican con detalle. Estas investigaciones a pie de archivo nos han
enseñado que Falange formó parte importante de la estructura
represiva que segó miles de vidas en las regiones donde triunfó el
golpe militar. En este sentido, ya que contamos con abundantes y
variadas pruebas, no es temerario ni gratuito hablar del “historial
de crímenes” de un partido que se reconocía fascista y que acató
disciplinadamente las exigencias de la
gran tarea.
Dicen
los querellantes que no existe “ninguna
sentencia judicial condenatoria de FE-JONS por ninguno de los hechos
criminales aludidos”
y que “jamás”
ninguno de sus miembros ha sido condenado por esos “presuntos
crímenes”. Se
equivocan. A pesar de que lo lógico es que no las hubiera –¿cómo
iban a juzgar los golpistas a los componentes del principal grupo
paramilitar que estaba a su servicio?–, existen sentencias contra
falangistas por hechos criminales. La causa es simple: los
falangistas constituían el principal brazo ejecutor de los designios
de los militares y de los sectores que propiciaron la sublevación.
Tenían permiso para asesinar a quienes se les indicaba y a su vez
formaban parte de la cúpula decisora. Sin embargo, fueron las
extralimitaciones las que los llevaron en ocasiones ante un consejo
de guerra y las que incluso acabaron con alguno en el paredón.
La
historiografía es amplia. El acceso a los archivos judiciales
militares, antiguas Auditorías de Guerra, nos ha permitido conocer
numerosos expedientes relativos a falangistas por asesinatos,
violaciones, robos, desfalcos y delitos de todo tipo. Los sumarios
están a disposición de quien quiera verlos y los historiadores
llevamos ya más de una década utilizándolos en nuestros trabajos.
La huella de violencia que fue dejando Falange cabe seguirla en
Andalucía, Extremadura, Castilla-León, Galicia, etc. Se trata del
mapa de la España en la que triunfa el golpe militar y donde Falange
se convierte en el rostro visible del “movimiento
depurador”. Estas
historias terribles no son ya cuestión de opiniones, sino hechos
probados de los que nos informa hasta en sus detalles más escabrosos
la propia documentación generada por los vencedores.
Me
refería antes al hecho insólito de que la juez haya aceptado a
trámite la querella. Tiene su explicación. Importantes sectores del
mundo político y judicial no aceptan en modo alguno que el
franquismo pueda ser enjuiciado y sus víctimas reconocidas
plenamente y recompensadas. La defenestración del juez Garzón
muestra hasta dónde han sido capaces de llegar para que todo siga en
su sitio. Pero si puede caer un juez de la Audiencia Nacional, ¿por
qué no ir contra un periodista? Es cuestión de probar. Las
posibilidades son amplias.
Cuesta
trabajo creer que un hecho como este ocurra treinta y cinco años
después de la aprobación de la Constitución. Si un grupo de
extrema derecha, asociado al golpe y a la dictadura, presenta una
querella contra un periodista que dice algo ya establecido por la
historia y hay una juez que la acepta a trámite, es que algo falla.
Lo cierto es que el 25 de este mes tendrá lugar el juicio contra
Gerardo Rivas. ¿Será posible poner fin a este despropósito?
Francisco Espinosa Maestre, historiador
No hay comentarios:
Publicar un comentario