«Badajoz fue tomada por los nacionalistas el 14 de agosto de 1936 después de duros combates. Fue sitiada, bombardeada y cañoneada por trimotores "de duro aluminio que reflejan el sol 'probablemente' Junkers alemanes"», que comenzaron a intervenir en las operaciones militares cuando había transcurrido un mes desde el levantamiento. Los legionarios y los moros de las columnas dirigidas por los comandantes Asensio y Castejón, a las órdenes del teniente coronel Yagüe, entraron en Badajoz el 14 de agosto, después de duros combates. A los periodistas que acompañaban a las fuerzas de Yagüe en su avance desde el sur, les fue prohibido entrar en la recién conquistada Badajoz, pero desde la cercana frontera portuguesa del Caia lo hicieron Neves del Diário de Lisboa, el francés Jacques Berthet de Le Temps, Marcel Dany de la Agencia Havas, y John T. Whitaker, del New York Herald Tribune. A través de los informes de estos tres periodistas, las imágenes del fotógrafo francés René Bru, de Pathé Gaumont films, y la crónica del norteamericano Jay Allen, corresponsal del Chicago Tribune, que llegó poco después, el mundo pudo saber la magnitud de la ola de terror que siguió a la marcha de la fuerzas rebeldes desde el sur de España.
En los primeros momentos de la caída de Badajoz, los rebeldes con la fuerza de choque de los legionarios moros a la cabeza, asesinaron a tiros a todos los hombres que se encontraban a su paso en las calles con signos de haber disparado un rifle o con la simple sospecha de haber estado con los defensores de la ciudad. Más tarde, los prisioneros fueron concentrados en la plaza de toros, donde comenzaron los primeros fusilamientos. También se fusiló en las paredes y puertas del cementerio, durante los días siguientes, prueba de ello son las imágenes del cameraman francés René Brut. Dice Neves en una de sus crónicas: "Nos explican también que la forma de seleccionar a los presos para la pena última consiste en el examen del cuerpo: los que presentan aún la señal de las culatas de los fusiles grabada en el pecho, por haber estado disparando durante mucho tiempo, pueden darse por perdidos".
El día 16 de agosto, una columna de humo blanco que ascendía a un kilómetro y medio de la ciudad atrajo la atención del periodista portugués, Mario Neves. La gente a la que preguntó le dijo que esa zona era el cementerio. Al día siguiente, se encontró por casualidad con un cura con el que entabló conversación y que justificó ante el periodista con tranquilidad pasmosa los asesinatos con la expresión: "lo merecían". Gracias a este sacerdote fue capaz de descubrir el origen de la misteriosa columna de humo: era de cadáveres incinerados. Eran amontonados en el cementerio, rociados con gasolina y quemados, y Neves lo pudo ver con sus propios ojos. Las últimas crónicas de Neves, fueron ya censuradas por las autoridades portugueseas, afines de los rebeldes, dado el impacto. No serían publicadas en su total integridad, hasta 1985, en libro del mismo periodista, editado en Lisboa (Neves, Mário, A chacina de Badajoz: relato de uma testemunha de um dos episódios mais trágicos da Guerra Civil de Espanha (agosto-1936), Lisboa, O Jornal, 1985) y luego en castellano en 1986 en Extremadura, por la Editora regional, reeditado en 2007. La impresión del día 16 de agosto, fue tan fuerte que Mário Neves comenzó su despacho telefónico de ese día así:
"Me voy. Quiero salir de Badajoz, cueste lo que cueste, tan pronto como sea posible y con la firme promesa de mi propia conciencia de no regresar."
Y, de hecho, no volvió hasta después de cuarenta y seis años a petición de la cadena británica Granada TV, que realizaba una serie documental titulada La Guerra Civil española. A continuación lo reproducimos:
desgraciadamente tenemos que seguir soportando la negación de esta matanza por algún que otro pacense aficionado a la historia. Incluso se atreven a escribir un libro dando crédito a la parcial prensa lusa. y tirando por tierraa los periodistas que entraron junto a Mario Neves.
ResponderEliminarPersonalmente he tenido alguna objeción al cartel de "BADAJOZ La Gran Matanza" por el símil taurino que "objetivamente" representaba.
ResponderEliminar"El ejemplo de verdadero reporterismo de guerra en el siglo XX" como lo calificó el periodista e historiador Carlos Gª Santa Cecilia, coloca a Mario Neves en un baluarte excepcional de los sucesos acaecidos en la toma de Badajoz como genocidio o crímen de lesa humanidad. Los negacionistas y los revisionistas no tendrían cabida si alguno de los Gobiernos habidos desde la "Transición" democrática hubieran aplicado la legislación internacional en materia de derechos humanos. Los crímenes del franquismo no prescriben: No pararemos hasta
conseguir verdad, justicia y reparación. Salud. Julio Recuero